Esta es una parábola sobre la integridad de nuestras oraciones a Dios. Dios ve nuestros corazones. Podemos ser como el fariseo, despreciando a los demás y declarando nuestra propia santidad ante El, pero Dios no nos aceptará ni nuestra oración. O, podemos ser como el Recaudador de Impuestos y simplemente confesar nuestra necesidad de la gracia y la misericordia de Dios, y recibirla. Dios siempre acepta a los pecadores cuando le llaman. Esta animación es adecuada para todas las edades.
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